Con pedigree

En el seno del Gay Night se dan cita la amistad, el amor, el desamor, la militancia... y el cotilleo, encarnados en una multiplicidad de entrañables mujeres como Adelaida —la escritora que quiere ser feliz como las protagonistas de sus novelas—, Tea de Santos —la multifacética periodista de lengua afilada y teléfono en ristre—, Remei —recién llegada de la Catalunya profunda con una maleta repleta de grandes sueños— o Karina —adicta a los Kleenex y atada a un secreto celosamente guardado. 

Con pedigree es una novela divertida que narra los agitados días y las frenéticas noches de un grupo de mujeres en torno a un bar de ambiente.

Las lectoras recorrerán las páginas de este delicioso culebrón olvidando la sonrisa solo para sustituirla por la carcajada. 

No soy consumista de este tipo de novelas, soy más bien reacia porque me parecen todas iguales, aportan muy poco a la visibilidad de un colectivo doblemente escondido (por mujeres y por lesbianas) y lo único que se consigue es que quién los lea tenga una opinión distorsionada o lejos de la realidad, que como las personas, es muy variada.

¿Entonces por qué hoy traigo hoy mi visión de este libro?¡Vaya incongruencia diréis! La razón es bien sencilla, participo en un club de lectura LGTB en la biblioteca y este es uno de los libros que ha tocado leer y comentar.

He leído algún otro libro de esta escritora, Isabel Franc, y me gusta bastante el estilo algo distinto a lo que comentaba un poco más arriba. Esta novela es la primera de una serie de tres que tuvo mucho éxito y a pesar del tiempo transcurrido es uno de los títulos más vendidos.

Es leer un folletín, una comunidad de vecinos unidos en este caso no por un edificio sino por un bar recién inaugurado y que pretende ser una revelación en el mundo de la noche homosexual en la ciudad. Todo el mundo se conoce, quien más quien menos tiene o ha tenido alguna relación y se saben el historial amoroso de unas y otras.

Aquí todo el mundo da por supuesto que una es lesbiana y el trabajo es desprenderse de esa coraza y tener la valentía para reconocer que les gustan los hombres (a algunas) y vencer el estigma que eso supone.

Juega con el mundo al revés, con la facilidad de dar una cosa por supuesta y la dificultad de cambiar ese pensamiento sin perder lo conseguido o aquellos que te rodeaban por el simple hecho de ser distinta.

No pasará a la historia de las mejores novelas que han pasado por mis manos pero he de reconocer que me he entretenido, he soltado alguna carcajada y me he puesto las manos en la cabeza con algunas de las sentencias que aquí se publican.

Siempre he sido de la opinión que cada uno es libre de vivir su vida como más le guste, que nadie tiene que estar obligado a enarbolar una bandera o a proclamar a los cuatro vientos con quien comparte sus sueños. No hay que dar nada por supuesto porque a veces las cosas no son como creemos que son y las hacemos mucho más difíciles para todo el mundo.

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